Redacción Ciberadio
Netflix suma a su catálogo esta miniserie española que, bajo la apariencia de una historia ligera, se adentra en temas como el cambio, la reinvención y los pequeños absurdos de nuestra relación con los animales (y con las expectativas que impone la vida moderna).

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Un veterinario en crisis… que se reinventa como “gurú de mascotas”
El protagonista, Antón, es un veterinario rural gallego cuya clientela desaparece a causa de la crisis del campo. Con el bolsillo vacío y la mirada desencantada, acepta un trabajo inesperado ofrecido por su sobrina Uxía: dirigir una tienda boutique para mascotas, repleta de accesorios gourmet, servicios íntimos y una clientela exigente que ve más en su mascota que en sí misma.
Entre consultas para hámsters, peluquería canina y exigencias hipster de dueños obsesivos, Antón descubre que cambiar de ecosistema no es fácil. Pero también que en ese universo caótico hay risas, ternura… y fragmentos de vida honesta.
Personajes que sobresalen del cliché
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Luis Zahera da vida a Antón con ese mix entre resignación y esperanza que vuelve creíble su viaje.
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Lucía Caraballo como Uxía aporta la chispa juvenil que empuja al protagonista hacia lo desconocido.
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Un reparto complementario, con nombres como Carmen Ruiz o Nuno Gallego, suma personajes que —sin robar protagonismo— completan un universo que a ratos es mágico, a ratos terriblemente cercano.
Galicia como escenario, Topomorto como metáfora
Aunque la acción transcurre en el pueblo ficticio de Topomorto, la serie fue rodada en localidades reales de Galicia. Esa elección no es casual: combina paisajes rurales con abandono, tradición con modernidad, y da cuerpo a una historia de comunidades que se sostienen a la espera de esperanza.
Risas con propósito
Lo que muchos critican como “comedia ingenua” se convierte aquí en sátira: Animal no solo te hará reír, sino mirar con ternura (y cierta punzada de culpa) la forma en que tratamos a los animales como si fueran extensiones de nuestra propia identidad.
Críticas recientes valoran la solidez actoral, el buen timing cómico del guion y la manera en que la serie combina momentos nostálgicos con diálogos afilados. No pretende ser una obra maestra grandilocuente, sino ese “respiro amable” que te hace sonreír cuando el día te hizo fruncir el ceño.